El Barrio Lastarria se caracteriza por tener una oferta gastronómica para satisfacer a casi todos los gustos. Restaurantes que han sabido conquistar a sus clientes con una carta rica, buenos precios y entretenido ambiente. Ese que también entrega el mismo barrio. Aquí, y hace algo más de seis años, se instaló Mulato, con su cocina de mercado.
De la mano de su chef y dueño Cristián Correa, la carta de Mulato se compone de sabores tradicionales chilenos, mar y tierra, pero con nuevas y mejoradas propuestas. Una popular cocina de autor.
Y para abrir el apetito, una ensalada de Láminas de salmón curado en hierbas, hojas verdes y tabboulhé de quinoa con menta, tomate, pepino, palta y aceitunas. Fresca, como siempre logra ser una ensalada con salmón y quinoa.
Seguimos con plato que se ha transformado en un imperdible en varias cocinas chilenas durante esta temporada. Y que se agradece. El Pulmai, en una versión propia de Mulato, presentado en greda para mantener su calorcito y que lleva, además de los mariscos y la papa azul, un maravilloso milcao relleno de chupe de jaiba que le da un toque único y muy consistente. Una maravilla de creación.
Los Locos con ensalada de mote sin duda fueron una sorpresa. Unos locos carnosos, de rico sabor y buen tamaño. Un plato de esos de antaño, de esos que evocan recuerdos. Y bien alimonados para darle vida y sazón.
Harto pescado y marisco se come en Mulato, siempre dependiendo de la disponibilidad, pero nunca faltan en carta. Y gracias a esta abundancia es que el siguiente plato fue una sabrosa Merluza Austral en tapa de aceitunas, servida con cremosa quinoa roja y blanca al huacatay acompañada de una ensalada a la chilena para un golpe de frescor. El huacatay es una generosa hibera que, en este caso, le entregó el color y algo más a este cremoso que estaba increíble. Un plato intenso, de paladar cálido y con exquisita textura.
Y si de comida chilena se trata, no puede faltar la carne. Por eso, finalizamos el festín con una Costilla de cerdo confitada en chimichurri de chancaca y pimientos con su filete envuelto en tocino, servido con puré de pallares al ajo chilote y rábanos. Un plato potente y de gran aliento. Definitivamente un enjundioso imperdible para los amantes carnívoros. Bien chileno.
Sí, fueron varios platos los que probamos en la ocasión y que nos hicieron ver, junto a los demás comensales, el corazón de lo que realmente es Mulato. Cocina honesta y hecha para alimentar el cuerpo y el alma.
Y si se estaban preguntando por los postres, sí, hay postres, y bien novedosos.
Aquí (mire las fotos de abajo) tenemos dos muestras de una magna creatividad, color, textura y sabor. El primero es un Tocino del Cielo, que sí pareció ser del cielo, con fruta fresca y helado y una consistencia que me recordó mucho al clásico y humilde budín de pan. Una delicia. Su par, una Tatín de peras al vino tinto con turrón de almendras y helado de harina tostá, definitivamente puro patriotismo.
¿Dónde? José Victorino Lastarria 307, Santiago.