Si hay que hablar de una apuesta gastronómica abierta este 2017 que sea diferente, exquisita y bien lograda, los primeros en mi lista son los chicos de Warú. Es que se me llenan los ojitos de emoción cuando hablo de ellos. Y tengo testigos.
Con un chef tan seco como Luis Aurelio Garay (ex Boragó, Capicúa y actual 17º 56º) a la cabeza de las preparaciones, nada podría salir mal. Y mis experiencias hasta ahora han sido fabulosas. Se nota el amor por la cocina y el gusto por las ideas innovadoras.
Si aún no tienen el placer de conocer Warú, les cuento que básicamente trabajan con dos conceptos bases: Flexitariano y Desperdicio Cero. Aquí, la propuesta es en base a los vegetales pero incluyendo algunas proteínas animales como pescado, huevos o leche, utilizando las verduras de ton a son. Aquí nada se pierde y es así como cáscaras, semillas, tallos, brotes y hojas se juntan para crear platos asombrosos.
Más encima hacen su propio pancito, que fue el tentempié ideal para comenzar la experiencia. Siempre son diferentes y esta vez me tocó probar el de Cebolla y el de Calamar y empaparlos en una salsa de tomates asados y ají negro. ¡Delicioso!
En Warú se manejan solamente con menú de almuerzo de lunes a viernes con alternativas de dos entradas, dos fondos y dos postres a elección. Los platos cambian todos los días, pero hay algunos que se van repitiendo debido al éxito que han tenido. Se han creado más de 100 platos en lo que va desde su apertura a principios de este año.
Como entrada, Luis creó dos geniales opciones: una Crema de Zapallo y Mostaza, muy sabrosa y con una acidez justa. La mostaza en este caso se hizo notar. También presentó un Gaspacho de Tomates, mote y vegetales que estaba fresco y colorido, con texturas diferentes en paladar.
Para los fondos una Tortilla de Acelga con Pastelera de Choclo que a mi, que no me gusta la acelga, me encantó, con un perfume de menta que enamora a cualquier comensal.
Y sí, yo soy re mañosa con los vegetales que no sean verdes, pero en Warú no hay caso de que no disfrute de cada plato y eso da cuenta de lo bien preparado que está todo. Y con cariño, con mucho cariño.
Junto a la acelga probé otra de mis enemigas; Pantrucas, betarragas y camarón. La del medio es mi enemiga. Pero estaba tan alucinante el plato que perfecto para mi. La crema de betarragas estaba hecha con las hojas de esta. Un plato potente y sanito como el yogurt (como toda la propuesta de Warú) Los camarones aportando con su crocancia y las pantrucas perdidas en la crema de betarragas te daban la sorpresa.
El cierre dulce y feliz estuvo a cargo de dos maravillas de la repostería de Warú. Primero una Leche Asada de Arándanos (de vaca o soya) mojadita como tiene que ser, adornada por dos pelotitas de crema vegetal otorgándole altura al postre. Los arándanos nada de ácidos. Un postre frío y dulce en su justa medida.
Pero lo que vino a continuación me voló la cabeza y arrojó cada pedacito en mi corazón sibarita. El Plátano, Merengue y Curry pasó a ser uno de los postres más ricos que he comido en mi vida. Con base de merengue, seguido por plátanos asados y crema de curry amarillo. Parecía estarme comiendo una nube de lo suave y esponjoso que era. Además estaba rociado con azúcar de carbón que rompía con todo el protocolo dulce de la preparación. ¡Una maravilla para cucharear sin parar!
Afortunadamente para el mundo de colores y vegetales de Warú se vienen cosas nuevas. ¡Y cuánto se agradecen los lugares como estos! Y ojo que aquí entran comensales de todo tipo, y eso, es genial. #WarúLover.
¿Dónde? Santa Lucía 168, Santiago.