Hace poco más de un año fue mi primera experiencia con Punto Ocho, el restaurante del hotel Cumbres de Lastarria. Casi como coordinado por reloj volví, un año después, a encontrarme con chef y propuesta distinta. Pasó de la cocina mediterránea a un profundo amor por los sabores del sur. Todo, obra del chef Cristian Urrutia.
Y si de sabores sureños hablamos, la Patagonia es la gran inspiración. Por eso no resultó extraño comenzar con un Calafate Sour, fruto insigne de la zona, servido en un vaso que nunca perdió su fresca temperatura. Consistente y delicioso, nada más saludable que un buen sorbo lleno de antioxidantes.
Esta nueva propuesta, disponible en su totalidad solamente durante las noches, tiene guiños patagónicos desde la estética de su carta física. Platos de autor, de creación, que comenzamos a conocer junto a un Jamón artesanal de guanaco con crema de nabo, cubos de queso de cabra, polvo de aceitunas negras y tomates cherry al orégano. Un plato de belleza indiscutible, interesante y suave en boca. A su lado, una de las cartas de presentación del chef, su Esfera de Jaiba cubierta en crocante de Calafate sobre crema de cebollas al rescoldo. Plato generoso, de abundante crustáceo y coraza crujiente. Un inicio alentador de esta degustación.
Un Caldo de choritos ahumados con papas nativas de Chiloé terminó por hacerme viajar a un comedor de madera, con el fuego dándome calor en la espalda y la lluvia llorando fuertemente por una ventana con vista a algún maravilloso volcán. Este plato, lleno de potencia, se mantiene muy bien en boca. No dejen de probarlo.
Dejamos las entradas para pasar a los fondos. Diferentes carnes de pradera de cocciones lentas y selladas al vacío para mostrar todo su potencial. También pescados. Nuevamente el guanaco pero esta vez en Lomo orgánico con milcao chilote, puntas de espárragos e infusión de hierbas al Carmenere, mostrándose simple al parecer de esta sibarita pero haciendo una excelente dupla con el milcao. Junto a este, un Pescado de roca con cebollines asados, hongos en aceite de merquén y salsa de murtilla blandito y explosivo gracias a su compañera la murtilla.
Y por aquí quiero detenerme. La Jibia grillada con piure en salsa verde acompañados de ensalada tibia de mote con habas y olivas verdes se llevó todo mi corazón. Fue uno de los grandes platos que pude probar, así que trate de no perdérselo. A la memoria viene inmediatamente el mar, aunque debo advertir que es un plato bien intenso, lo amas o lo odias. Adivinen qué me pasó a mi.
No puedo dejar de recomendarles el Cordero patagónico y el Conejo a la cerveza, por lo demás, acompañados de un buen vino de su variada carta de mostos que están prontos a renovar. Esta nueva carta busca, según palabras de su chef, rescatar y potenciar los productos nacionales, nuestra despensa. Con especial acento en lo sureño, claro está.
El lado dulce destaca bastante. Postres llenos de creación, belleza, colores, texturas y formas. Si buscan algo bien representativo esta nueva versión de Punto Ocho pueden irse por la Textura de calafate y berries con helado de maqui o por la Torta de chocolate con murtillas silvestres, zarzaparrilla y helado de hierbabuena. Yo, quiero rescatar el Alfajor de manjar y ruibarbo con helado de castaña que es dueño de una crocancia perfecta para cerrar la velada.
Sabores tradicionales de emplatados vanguardistas. Se agradece cuando un chef se atreve y nos entrega un poco de historia en cada bocado. Felicidades a Cristian Urrutia y a todo su equipo. Espero volver pronto.
¿Dónde? José Victorino Lastarria 299, Santiago.