Ya son 10 años los que lleva Misoya en Recoleta. Comenzó siendo solo un pequeño comedor con algunas pocas mesas y sillas hasta transformarse en el local de dos pisos que hoy alberga frescura, luminosidad y K-pop, dándole la bienvenida a las decenas de personas que hacen fila afuera para entrar a deleitarse con su generosa carta de sabores coreanos.
Y cuando digo generosa, me refiero a los cerca de 50 platos que ofrecen entre entradas, platos principales, sopas y fideos donde siempre es estrella el Tobokki ($5.900) un clásico de la comida callejera surcoreana que son masas de arroz cubiertas con salsa coreana gochuchang, masas de pescado (omuk) y huevo duro y que además tiene sus versiones vegana y con queso.
Otros de los favoritos son el Rapokki ($7.000) que es bien parecido al Tobokki, pero se le incorporan fideos y el Bibimbab ($5.900) uno de los platos más representativos de Corea que es un rico salteado de verduras, carne molida y huevo frito. La idea es mezclarlo todo y comerlo. De hecho, Bibim significa “mezclar” y Bap significa “arroz”.
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La historia de Misoya se remonta al año 2014 cuando nace como un local familiar de los abuelos del esposo de Enny Lee, Sung Woo Jang, matrimonio chileno-coreano que está al mando desde el 2017, no solo de la sucursal de Patronato, sino que también del local de Maipú que abrió hace 8 meses y ya es todo un éxito. “Es acogedor y hogareño” dice Enny -porteña de padres coreanos- cuando le pregunto cómo describe a Misoya. Según ella, son palabras de los propios clientes, en su mayoría estudiantes y jóvenes, los que muchas veces llevan a sus padres a conocer lo mejor de la cocina coreana que allí encuentran.
En Misoya se come rico, copioso y barato. Al ser una cocina fusión todos los platos se pueden adaptar, tanto en el nivel de picante como pasar a ser vegetarianos y veganos, algo que piden mucho los comensales hoy en día. No ponen banchan sobre la mesa -pequeños platos para compartir que por lo general se componen de kimchi, brotes, algas y rábanos- pero tampoco se echa de menos debido a la abundancia de sus platos. Misoya fabrica sus propios productos y es la única pastelería coreana certificada por el Seremi.
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No puedes irte sin antes disfrutar el Kimchichigue ($7.000) que es una reconfortante sopa de kimchi con verduras y carne de cerdo acompañada con arroz blanco y que se transformó en uno de mis platos favoritos. Y como soy tan fanática del Tokbokki, por supuesto que quise probar su versión del Tok Kochi ($5.400) tres deliciosas brochetas con masa de arroz fritas cubiertas de salsa un poco picante que tienes que compartir, así como también te sugiero compartir un plato de Jjajang Rapokki ($8.200) con fideos ramen y masitas de arroz con verduras, cubiertos con salsa chungchang que es en base a soya. Si quedas con la boca manchada, es porque supiste saborearlo.
¿Dónde? Santa Filomena 348, Recoleta / Avenida Pajaritos 4630, local 05, Maipú.
Puedes leer esta reseña también en Revista Jengibre de diario El Mostrador